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Mostrando entradas de abril, 2018

Los zapatos blancos

Sentada sobre esa roca, mirando al valle que cae bajo tus pies, sin saber por qué... sin esperarlo. Encontrarás la respuesta a la pregunta que te has hecho siempre. Todo aparecerá ante ti de una forma tan cristalina que tan siquiera resulta escrita, porque no hay palabras para definirlo. Entenderás lo que eres, por qué viniste aquí, qué puedes esperar de ti misma. Desde entonces, podrás avanzar hacia la mejor versión de ti misma. Aquella que sea la que quieres conseguir. Y lo conseguirás. Probablemente yo ya no esté para entonces, pero puedes estar segura de que me sentiré orgulloso del camino que tus pies han construido. De cada paso. Desde los patucos de lana que llevabas en los brazos de tu madre, de aquellos zapatos blancos de la talla veinticuatro con ese lacito que tanta gracia te hacía, de las botas que te llevaron a la cumbre de la montaña en la que decidiste todo... De lo que sea que llevas puesto hoy a tanta distancia del lugar en el que naciste. Estaré orgulloso, estar

Está amaneciendo

Modo avión. Desconexión. No habrá próxima vez. Tal vez habrá otra vez. Distinta. Está amaneciendo. Quinientos millones de amaneceres distintos en este momento. No habrá próxima vez. No volverá a ser igual. Y aún así será perfecto. Mañana otra vez. El futuro preguntando quién da la vez. Quién es el último minuto de la última hora. Todos hablan a la vez. Ya sabe lo que le espera esta vez. Pastillas. Las de aquella vez. Las que callan las voces que hablan a la vez. Se acabaron. Suenan pájaros. Está amaneciendo. No sabe qué hora es. No existe el tiempo. No existe el futuro. No existen las voces. No existe el amanecer. Y aún así será perfecto. No existe mañana... Pero mañana otra vez. Las pastillas le duermen. Le calman. El mundo desaparece bajo su cuerpo. El aire falta en su pecho. La fuerza muere en sus venas. Está amaneciendo. Vuelve otra vez. Duerme.