Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando entradas de mayo, 2018

Rojo anaranjado con trazas malva

Espero que cuando leas esto los amaneceres sigan siendo así. Al menos los amaneceres de La Tierra, no sé en qué planeta vivirás. Me pregunto si el futuro, tu presente, es interesante. ¿Qué cosas están pasando? ¿Cuál es el siguiente paso al que estás llevando a la humanidad? ¿Qué cosas te emocionan? ¿Shakespeare sigue vigente? En mi imaginación, el futuro es una mezcla entre Star Trek (Discovery es la que está de moda ahora, aunque a vosotros os parecerá desfasada) y la canción "Imagine" de John Lennon. Eso sí, mis naves son mucho más triangulares que las Star Trek. Se parecen más a un destructor imperial de Star Wars que a la Enterprise. De hecho, el diseño de la Enterprise me parece horrible para reentradas en atmósferas densas, no entiendo como no se parte y sale disparado ese disco rebotando hacia el espacio mientras los motores se estrellan contra el suelo. La parte "Imagine" se salta la utopía de la paz, ya que mi cerebro no es capaz de imaginar no ya un mu

Temblores

No conozco a nadie que pueda sentirlo. Eso no me hace mejor o peor que ellos. Me hace distinto. En función de lo mucho o poco que afecte a mi vida, se podría decir que padezco una enfermedad mental. Al no cambiar mis hábitos, ni decírselo a nadie, nadie sabe lo que siento y por tanto estoy sano. A sus ojos. Es más intenso ahora. Noto los cambios de presión al entrar en un túnel, nada del otro mundo; Oídos, cuencas de los ojos, y por algún motivo que desconozco, labio inferior. Todo vibra. Puedo sentir como vibra. Llevo dos días con dolor de cabeza y esta vibración me lo está haciendo olvidar. Es agradable. Sorprendente. Miro por la ventana con los ojos muy abiertos mientras nadie parece notar el temblor. Sé que estoy temblando. Puedo verlo, pero nadie lo ve. De repente aparece el ruido ensordecedor, grave. Nadie lo escucha y yo miro buscando la fuente. Viene de todas partes. Cambia; agudo al frente, lejano a mi izquierda, ronco a la derecha, creciente. Me da sueño, resulta acogedor

Cuatro mil quinientos veintiuno

Tres millones y medio de personas en esta ciudad. Miles de paradas de autobús. Cientos de estaciones de metro. Veinticuatro horas en el reloj. Tu y yo en la parada cuatro mil quinientos veintiuno. Diste cinco pasos a treinta centímetros de mi pecho. En un sólo salto, mi corazón podía abrazarte. A punto estuve de tocarte. El segundo dedo de mi mano derecha permaneció quieto. Te sentaste sobre la teoría de la conspiración de quién perdió mucho en un atentado hace catorce años. Ciento noventa y dos almas que no volverán a encontrarse. Dos almas que se cruzan, desconocidas, conocidas una vez, para no volver a encontrarse. Quizá.

Misericordia

Al abrir los ojos, su mirada estaba clavada en la mía. Sonriendo sobre mí como si, por algún motivo, cualquier pena en el mundo hubiese dejado de existir. A novecientos metros del mar, en aquel dormitorio de una sola ventana con vistas a un minúsculo patio interior, había encontrado toda la luz del universo. No hallaría jamás, sentado cada tarde en la arena de La Misericordia, un atardecer que me brindase la paz que me dieron sus ojos verdes.