Llueve. A los gatos no nos gusta la lluvia y para mayor agravio, hace viento. Pocas cosas me parecen más desesperantes que el uso de un paraguas. Especialmente los días de viento. Se dobla, se gira, crujen las varillas. Tengo la sensación de estar más mojado que lo que estaría de no usarlo. Con cada vuelta del tejido a contraviento, me desespero, refunfuño , maldigo al inventor. Un paraguas es un suplicio. Alcanzo mi destino, dolorido, cansado, golpeado. Me duelen los oídos, me duele el cuello y me duelen de frío las manos que sostienen mis dedos arrugados. Hay mayor tortura que caminar con un paraguas y es hacerlo sin rumbo. Sin embargo, nos he imaginado a ambos, a tí y a mí, paseando sin prisa bajo la lluvia en cada tarde de Noviembre a Marzo. ¿Vienes?
Gare Cornavin, Pl de Cornavin, 1201 Genève