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Los ojos del Mar de los Sargazos

Hace quinientos diecinueve años alguien se atrevió a ir más allá. Ir contracorriente, ir literalmente al fin del mundo. Por seguir una idea, por seguir lo que el corazón les pedía. Lo contrario de lo que la razón les marcaba.

El resultado ya le conocemos. El coste también. ¿Mereció la pena?

Durante el camino, casi al final quedaron atrapados en el Mar de los Sargazos. Algas gigantes, verdosas y marrones, como tus ojos. Infinitas barras que nublan la vista, como tus ojos. Un lugar donde el tiempo no transcurre, como tus ojos. Con tal magnetismo que las brújulas se vuelven locas, como en tus ojos. Un lugar para perderse, como... Ya lo sabes.

En este camino al fin del mundo, en esta carrera por parecer mas loco que cualquier otro loco. Por tratar de evitar que me sigan. Por llegar realmente al fin del mundo para demostrar que no existe tal final. En esta desquiciada ruta yo también he encontrado mi mar de los sargazos. En el mar de tus ojos Clara. Claros, cristalinos. Contundentes, mortales. Aterradoramente atractivos.

En ellos el tiempo si pasa, pero no la noción del mismo: un parpadeo dura horas. Un pensamiento tarda en formarse siglos, si esta vestido del verde y marrón de tus ojos.

¿Por qué ahora? Apareciste hace tiempo. Te vi venir, tuve tiempo de evitarte, de alejarte. Sin embargo aquí estoy. Perdido en tus ojos. En el Mar de los Sargazos.

Me llaman, me cantan con voz de sirena. Me piden que acuda a ti. A descubrir todos tus secretos, tus escondites y recovecos. A que los recorra con cada uno de mis sentidos, con la yema de cada uno de mis dedos. Me piden que abandone esta empresa de locos y que me quede allí, simplemente para morirme cada noche envuelto en su inmensidad, y que renazca cada mañana empujado por su sublime realidad.

Ojalá pudiese o quisiese hacerlo. Ojalá pudiera abrir un instante la boca para decir "voy". Ojalá pudiese blandir una espada para defender esa isla conquistada. Sin tierra, sin cielo, solo con tus ojos, solo con la inmensidad de esos dos colores.

La luz del sol cae sobre ellos, mojados reflejan pequeños diamantes plateados. Chispas de vida que me recuerdan que aunque lo parezca esto no es un sueño. Que es precisamente esa vida, ese alma, la compañera de viajes que necesito.

No solo se trata de los colores, de la belleza, de la delicadeza y fragilidad. Se trata de la complejidad, de la madurez, del aplomo con el que siguen ahí de pie, tras infinidad de tormentas que destrozarían mi barco a las primeras de cambio.

No soy un héroe, no podría proteger tal tesoro oculto. Soy un tipo normal, atrevido y aventurero, subido a un barco que aunque viaja despacio, no se detiene. El mar de los sargazos pasara de largo. O yo pasare de largo. Tu te quedaras en tu lugar. Y yo ni habré bajado del barco. Ni habré intentado conquistar esa tierra.

La isla mas atractiva que he visto en mucho tiempo. La que tiene todo lo que necesito. Pero la que no es mía. Un día vendrá un tipo y se quedara con aquellos ojos que no me atreví a mirar. Con la boca que no tuve valor de besar. Con los secretos que no osé a desvelar.

Podría quemar los mapas, podría cambiar de rumbo, podría alejarme, dar la espalda a este particular infierno de indecisión. Pero nada de eso serviría: ahora estas grabada en mis recuerdos y no te podré olvidar.

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