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Solo.

Solo.
Encogido, muerto de frío.
Roto, desangrado, desalmado.
Cuatro palabras no bastan.
Con cinco sigo atrapado, solo.
¿Que necesito para convencerte?¿Que necesito para tenerte?
(no esperarías que iba a estar midiendo eternamente)
No tengo ni verso, ni rima, ni acento. Si fuese argentino esto sonaría mejor. Con sus pausas y su letanía, con sus paradas y su armonía.
No he nacido para esto. No nací para escribir. Ni para leer. Ni para contar. ¿Para que nací?¿Cual es el sentido de mi existencia aquí?
Estaría bien que Dios, tu Dios, se pasase un rato a explocarmelo. ¿Por qué?¿Por qué tu allí y yo aquí?¿Por qué tu aquí y yo allí?
¿Que pretende con esta tortura?¿Qué es toda esta intriga?¿Por que me ha hecho evitar lo que era inevitable y luego me ha lanzado contra ti?
El asfalto era mi amigo, me llevaba hasta aquel lugar donde se encontraban las respuestas. Ahora es mi enemigo, no hay asfalto hasta allá donde te encuentres.
Es cierto, no lo se, no se donde estás. Pero ¿Acaso te has escondido? Hoy he visto a tu amigo, Orión, con su brillante cinturón. Pero tu no estabas. Me he asomado a la ventana, no estabas.
¿Será por el frío? Es cierto, hace frío, pero aun así he salido a saludarte. Y no estabas. No te he encontrado. ¿Porque te escondes?
Me he quedado solo. Hoy no estabas tu. No había nadie. Entiendo, entiendo, tu tienes tus quehaceres. No puedes pasar el día cuidando de este enfermizo enamorado, de este soñador obsesivo.
¿Qué será de los demás, de toda la gente que te pretende? De los hombres y mujeres que te guiñan un ojo disimuladamente al verte allá en lo alto. Resplandeciente. Blanca. Elegante. Sutil. Como todas las maravillas de la naturaleza. Como todas aquellas cosas que los tristes humanos simples no entendemos.
Como de costumbre. Escribo sin saber que escribo. Subordinadas una detrás de otra, que no se a quien van destinadas. ¿Serás real o eres solo una metáfora?
Dicen que la realidad es lo que queda cuando dejamos de creer en las cosas. ¿He dejado de creerte o simplemente no estabas?
Ya no recuerdo desde cuando, pero siempre has estado allí. Mirando. Sentía que me tenias en cuidado. Que me guardabas. Cuando te ibas yo te aguardaba. Eras mi compañera y mi amiga. Y ahora ya no estas.
No se que será de mi sin ti. No de como empezar a vivir. Lo mas probable es que mañana vuelvas a estar ahí. Que solo haya sido un desliz. Tal vez un despiste mío. Que no comprendí. ¿Te busque donde no estabas Ono estabas donde te busque?
¿Es necesario que me complique la vida con tanta pregunta?
Si fuese tan fácil, si solo pudiese...
Quiero abrir los ojos y que estés ahí. Quiero hacer lo que solo unos pocos pudieron. Quiero acariciarte, quiero tocarte, besarte, cuidarte.
Quiero saber que es a mi a quien miras cuando te miro. Quiero saber que estarás ahí, que me animaras cuando lo necesite, que me cuidaras cuando este enfermo. Y yo haré lo mismo contigo. La luna y el sol en ese juego de luces perpetuas, en ese baile de salón al que los científicos roban su romanticismo. La fuerza de atracción, con su acelerada cinética, con su centrifuguismo inevitable. Con su girar uno alrededor del otro. En medio de un océano de miles de millones de estrellas, pero siendo nosotros tan insignificantes y ellas tan insignificantes que no le importamos a nadie.
Que solo estemos tu y yo. Que alumbres mi cama con tu blanca mirada. Que me hechices con el embrujo de tu luz, que no mengues nunca y siempre te muestres llena para mi. Que yo pelee para que tu sientas llena por mi. Quiero que no se acaben las noches, que al cabo de cada día aparezcas. Solo para hacerme compañía. Solo para dormirte a mi lado.
Quiero tantas cosas y no quiero nada. Quiero que vuelvas. Que te quedes, que no te vayas. Quiero que el sol no salga nunca, que no se acabe la madrugada. Quiero que sigas eclipsandome con tu deslumbrante mirada. Quiero verte por la ventana. Lo quiero todo y nada.
Nada soy si no estas aquí. Nada soy si no soy feliz. Hazme compañía. Quedate aquí. Olvida todo lo que pedí. Solo quiero una cosa:
Te quiero a ti.
















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