Nadie tiene todo lo que quiere ni lo que puede.
A lo largo de la vida tomas decisiones. Pueden parecer acertadas o equivocadas, pero ninguna lo es realmente. Sólo cuando llega el final (y quién sabe si ese es realmente el final), puedes verlas en su totalidad, donde te han llevado, y entonces, en función de cómo te encuentres, serán acertadas o no.
No sé si he tomado las decisiones acertadas. Sé que he tomado las decisiones que sentía que debía tomar en cada momento. Había cosas que debían terminar para que otras pudiesen empezar. Había decisiones que no estaban lo bastante razonadas, que empezaron con los dos días más horribles de mi vida, a los que le siguieron varios años muy bonitos. Aunque yo no supiese decirlo.
Hasta las cosas buenas deben acabar. Era necesario que rompiese toda mi vida definitivamente. Que acabase con aquellas ataduras en todos los sentidos. Construí una gran obra, un pequeño rascacielos hecho con cenizas y los barros de mis miserias. Pero habia que derribarlo. Porque no tenía cimientos, y porque era una obra solista.
Nunca quise una obra solista. Porque no me educaron para ello. Pero ya no importa para que me educaron, ni como. Porque todas aquellas cosas, palabras, decisiones que hicieron que fuese quien soy no valen nada. No soy quien creia ser. Todo era una enorme mentira que no me sería desvelada hasta la muerte de mi padre.
No sé si él tomó las decisiones correctas. Lo que sé es que las tomó sin valorar las consecuencias, el impacto que producirían tras su marcha. No se preocupó en dejar otro legado que fuesen sus hijos, y probablemente ese legado no es como el quería.
Aquí estoy yo, sin un pasado, y sin futuro. Probablemente no soy "su legado", aunque eso es una cosa que no quiero saber y que poco importa ya. Sólo me queda repasar las decisiones que he tomado hasta ahora, compararlas con los nuevos datos, y decidir si fueron correctas.
Y no, no son correctas. Pero he de encontrar la forma de hacer que sean correctas. Porque ellas no van a cambiar.
A lo largo de la vida tomas decisiones. Pueden parecer acertadas o equivocadas, pero ninguna lo es realmente. Sólo cuando llega el final (y quién sabe si ese es realmente el final), puedes verlas en su totalidad, donde te han llevado, y entonces, en función de cómo te encuentres, serán acertadas o no.
No sé si he tomado las decisiones acertadas. Sé que he tomado las decisiones que sentía que debía tomar en cada momento. Había cosas que debían terminar para que otras pudiesen empezar. Había decisiones que no estaban lo bastante razonadas, que empezaron con los dos días más horribles de mi vida, a los que le siguieron varios años muy bonitos. Aunque yo no supiese decirlo.
Hasta las cosas buenas deben acabar. Era necesario que rompiese toda mi vida definitivamente. Que acabase con aquellas ataduras en todos los sentidos. Construí una gran obra, un pequeño rascacielos hecho con cenizas y los barros de mis miserias. Pero habia que derribarlo. Porque no tenía cimientos, y porque era una obra solista.
Nunca quise una obra solista. Porque no me educaron para ello. Pero ya no importa para que me educaron, ni como. Porque todas aquellas cosas, palabras, decisiones que hicieron que fuese quien soy no valen nada. No soy quien creia ser. Todo era una enorme mentira que no me sería desvelada hasta la muerte de mi padre.
No sé si él tomó las decisiones correctas. Lo que sé es que las tomó sin valorar las consecuencias, el impacto que producirían tras su marcha. No se preocupó en dejar otro legado que fuesen sus hijos, y probablemente ese legado no es como el quería.
Aquí estoy yo, sin un pasado, y sin futuro. Probablemente no soy "su legado", aunque eso es una cosa que no quiero saber y que poco importa ya. Sólo me queda repasar las decisiones que he tomado hasta ahora, compararlas con los nuevos datos, y decidir si fueron correctas.
Y no, no son correctas. Pero he de encontrar la forma de hacer que sean correctas. Porque ellas no van a cambiar.
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