Tres millones y medio de personas en esta ciudad. Miles de paradas de autobús. Cientos de estaciones de metro. Veinticuatro horas en el reloj.
Tu y yo en la parada cuatro mil quinientos veintiuno.
Diste cinco pasos a treinta centímetros de mi pecho. En un sólo salto, mi corazón podía abrazarte. A punto estuve de tocarte. El segundo dedo de mi mano derecha permaneció quieto.
Te sentaste sobre la teoría de la conspiración de quién perdió mucho en un atentado hace catorce años. Ciento noventa y dos almas que no volverán a encontrarse. Dos almas que se cruzan, desconocidas, conocidas una vez, para no volver a encontrarse.
Quizá.
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