«Querer a las personas como se quiere a un gato, con su carácter y su independencia, sin intentar domarlo, sin intentar cambiarlo, dejarlo que se acerque cuando quiera, siendo feliz con su felicidad.» Cortázar era un hombre de gatos. Cualquiera que sea de gatos entiende lo que quiere decir. Estamos acostumbrados a querer a las personas sin medida. Amar con toda nuestra alma y energía. Destruirnos por completo para demostrar a aquel ser amado que estamos completamente rendidos a sus pies, absortos y desprovistos de vida sin su presencia. Perros tristes sin amo. Cachorros sin guía. Pero un gato no quiere ser amado de esa manera. Querrá abrazos, pero no muchos. Caricias mientras deje de picar y hasta que vuelva a picar. Si la piel escuece, quizá es demasiado amor. Quizá es demasiado cariño. Quizá es posesión. Y a los gatos no se les posee. No tienen dueño. Las personas, aunque no lo sepan, tampoco. No todas lo aprenden de inmediato. La mayoría no lo hace nunca. Pero quien lo hace, sabe qu...
Minerva, te van a decir muchas veces en la vida que se han sacrificado por ti. Puede que tú también pienses que te sacrificaste. Pero no hagas ningún sacrificio. Haz lo que quieras hacer y no dejes de hacer lo que quieres. El sacrificio es renunciarse. No te sacrifiques por nadie. Ni siquiera por este viejo que te escribe, tu padre. Haz cosas para los demás porque quieres hacerlas, sin renunciarte. Ama y déjate amar por quién siga esa regla. Porque más bonito que un sacrificio es que alguien te diga sonriendo, feliz, "hice esto para ti".